2016-01-06 10.47.06El mundo es ancho y extenso ha sido mi lema de vida desde que tengo memoria y a pesar de ser colombiana, o más bien digo, gracias a ser colombiana, he podido viajar como si tuviera un pasaporte de otro lugar. De manera sorprendente he logrado cumplir con todos los interminables requisitos de aprobación de las embajadas y nunca me ha sido negada ninguna visa, entonces últimamente miro a mi pasaporte vinotinto con otros ojos y con un sentimiento de gratitud que no tuve en el pasado. Esto ha hecho que disfrute inmensamente cada uno de mis viajes y cuando logro pasar las puertas de emigración de mi país y abordar el avión, sólo puedo sonreír porque se que soy una persona inmensamente privilegiada.

Siempre que me fugo de Colombia compro un tiquete de ida y vuelta para fingir que tengo las mejores intenciones de regresar, pero lo cierto es que siempre me quedo demasiado tiempo en mis destinos porque yo no soy una turista, en realidad me considero una viajera de tiempo completo.

Voy a un nuevo lugar a vivir su cultura, conocer su gente y a enamorarme de todo lo nuevo que tiene para ofrecerme.

Esa es la razón de mis viajes, el expandir mi entendimiento sobre el mundo y creo que una de las razones principales es que como soy paisa, nunca pude ver en realidad un horizonte más allá de las enormes montañas de los Andes. Y esa condición geográfica ha hecho que los pensamientos de los paisas tengan también sus límites y creo que sólo viajando es que he logrado trascender muchas de las ideas que me fueron impuestas en mi infancia creando un nuevo punto de vista que se acomoda más a mi forma de vida.

Llevo 20 años fugándome de Colombia y siempre juro que jamás regresaré, pero siempre lo hago y con cada retorno expando más mi entendimiento y mi cariño por el país que me vio crecer. Creo que con Colombia me ocurre como pasa con las pinturas del impresionismo, que entre más lejos se miren más se reconocen las figuras.

Así ha sido mi relación con mi país y con mi pasaporte colombiano, el cual nunca he querido cambiar aunque he escuchado muchas ideas para lograrlo, incluyendo hacerlo añicos en un baño público y pedir una reposición de un pasaporte de otro país, en realidad no se si se puede hacer esto, ó pedir asilo político o exilio en alguno de mis destinos, pero no tengo idea de que mentira diría porque a mi Colombia me ha tratado como una reina.

juliana-acosta-escritoraPero sobretodo, no me imagino tener que renunciar a la idea de visitar una vez más los hermosos Andes, esas mismas montañas que limitaron mis visiones y me asfixiaron durante mi infancia, pero a la vez, fueron las que me dieron las alas para seguir descubriendo nuevos mundos, nuevos mares, nuevos horizontes y un sin número de montañas que no se comparan con la belleza de los Andes que envuelven mi ciudad.

Y siempre que regreso y estoy sobrevolando el oriente antioqueño no dejo de sonreír porque lo he logrado y a pesar de mis mejores esfuerzos por renunciar a mi país y a mi pasaporte colombiano, he podido conservarlos.

Juliana Acosta, Asesora Espiritual e imparte seminarios y conferencias sobre ángeles. Sus libros se encuentran en Penguin Ramdom House Colombia