Desde pequeña siempre tuve ese deseo ambicioso de viajar y pisar todos los rincones de este planeta, pero a medida que el tiempo pasaba me iba alejando más de éste. Estudié Hotelería y Turismo pensando que me acercaría un poco a los viajes –error, gran error-. Empecé mi vida laboral desde muy joven, trabajaba en un hotel cinco estrellas en Bogotá, pero algo siempre me faltaba; nunca estaba satisfecha con nada, detestaba los horarios, los trancones, la rutina y anhelaba las vacaciones como mamá anhelando ver a su bebé por primera vez.
A medida que pasaba el tiempo mi sueño se distanciaba más de mí -o más bien yo me distanciaba de él-. Un buen día, cansada de todo, decidí irme a Francia para aprender el idioma. No fue un proceso corto, ahorré dinero durante todo un año y no fue fácil obtener la visa Schengen, pero el que quiere puede y finalmente lo logré.
Mi plan original era aprender el idioma, viajar lo que pudiera por Europa y devolverme. Juro que tenía toda la intención, pero en el fondo no era lo que deseaba, yo quería viajar más, quería inventar mi propia rutina e incluso me atrevo a decir, que a ese punto ya sabía que quería vivir viajando. El gran problema era que la visa estaba a punto de vencerse además de solo contar con 150Euros en el bolsillo. Bastante soñadora, lo sé.
¿Cómo renunciar a algo que a gritos te pide salir?
Dicen que cuando uno verdaderamente quiere algo todo el universo conspira a tu favor para obtenerlo y recibes “señales” en las que éste intenta decirnos algo. Esto me sucedió varias –muchas- veces antes de tomar la decisión final. Sabemos que uno de los obstáculos más difíciles para los colombianos es obtener la visa y no hablo solo del procedimiento y del dinero, sino también de la solvencia económica que hay que demostrar, solvencia que en ese momento no tenía en mi cuenta y tampoco quería pedirle ayuda a nadie.
Entonces, sin visa y sin dinero ¿Cómo hice? El secreto –que en realidad no es tan secreto- está en buscar un patrocinador, alguien que con un contrato o carta de invitación asegure que se va a “ocupar de ti”, en muchos casos ni siquiera te piden papeles para demostrar tu solvencia económica, basta con los papeles de quién te patrocina.
En mi caso, dos meses antes de vencerse la visa busqué una familia que me acogiera como su niñera y me ayudara con este modelo que acabo de explicar. Después de dos meses llenos de tensión, miedo y rabia (porque la administración francesa es experta en sacar lo peor de ti) con la ayuda de la familia entregué todos los documentos que suponían que iba a trabajar en su casa como niñera durante un año. La respuesta no era la que esperaba, pues debía esperar dos meses a que tomaran la decisión, yo no tenía ningún trabajo y no podía salir de Francia.
Durante esos meses de espera estaba a punto de renunciar a mi sueño, tenía miedo e incertidumbre, pensaba devolverme a Colombia, pero en el fondo no quería la solución fácil, no quería desistir, así que con los pantalones bien puestos y 150€ en mi bolsillo acepté quedarme arriesgando mucho, por no decir todo.
Finalmente, al principio del 2015 recibo la noticia que me extendieron la visa por otro año más. Era la señal que me faltaba, para acercarme más a mi sueño.
¿Y el dinero qué?
Pues bueno, ya con visa en mano y ganas incansables de viajar, el dinero viene por añadidura o al menos se puede conseguir más fácil. Aunque seamos honestos, con 150Euros no iba a viajar ni a la vuelta de la esquina así que me puse manos a la obra a trabajar y absolutamente todo lo iba ahorrando. En estos momentos tengo dos trabajos diferentes y para ser sincera no alcanzaré a ahorrar lo suficiente para “una vuelta al mundo” es por eso que viajaré lento, consiguiendo trabajos en el camino, haciendo voluntariados, “saboreando” cada rincón del planeta, disfrutando de cada experiencia, siendo feliz con lo que me apasiona.
El momento que tanto he anhelado ya se acerca, en dos meses empiezo mi periplo o más bien, mi nueva vida, lo espero con ansias y con temor al mismo tiempo. Me han preguntado si no me da miedo irme sola, si no me da miedo quedarme sin dinero en el camino, me han afirmado que estoy loca por dejar todo e irme, pero mi respuesta siempre es la misma: “Claro que me da miedo, soy humana, pero no dejo que él me apabulle, siempre soñé con ésta vida y no voy a renunciar solo por llenar las expectativas de los otros”.
Lina Maestre es la administradora hotelera que dejó todo atrás para vivir viajando. Su objetivo principal es demostrar que para viajar no se necesita ser millonario. Escribe principalmente para colombianos y toda la comunidad latina que se sienta identificada con los mismos obstáculos al viajar: Dinero y visas. BLOG: http://www.patoneando.com/