Lina emprende una ruta por Sur América por tierra y por mar, ha realizado más viajes en Europa y antes de sumergirte en su nueva aventura por Sur América conoce un poco de su vida viajera.
¿El sueño de viajar, cómo arrancaste?
No puedo decir exactamente por qué empecé a viajar. Supongo que mi amor por los idiomas me ayudó a forjar el camino. Siempre soñaba con recorrer el mundo pero pensaba que eso era para millonarios. Ahorré durante un año para irme a Francia a aprender el idioma, con la esperanza de encontrar una respuesta a mi sueño tan anhelado.
Estando en Europa, me voy de vacaciones a varios países y en Roma, viajando por primera vez sola, perdí todo mi dinero. Aún no sé cómo fue y honestamente dejé de preguntármelo. Tenía la opción de regresar a Francia y estar segura o de continuar a Croacia desafiando la suerte. Mis ganas de viajar son más fuertes así que resuelvo continuar y viajo dos semanas sin dinero. Me di cuenta que no era necesario ser millonario para cumplir el sueño de recorrer el mundo y que el mundo es más hospitalario de lo que pensamos. A partir de ese momento decido cambiar el rumbo de mi vida.
Meses después, en diciembre del 2014, estando sola en París, decidí que no utilizaría el pasaje de regreso a Colombia sino que me quedaría para empezar a darle la vuelta al mundo.
Lo más irónico es que solo tenía ciento cincuenta dólares en el bolsillo y un millón de sueños por cumplir.
Puedes conocer esa historia en “El sueño de darle la vuelta al mundo con 150 euros en el bolsillo”
He contado con la suerte de tener el apoyo de mi familia, aunque al principio no fue fácil. Fueron meses convenciendo a mi mamá que podía vivir de los viajes, a ella le preocupaba mi estabilidad económica y con toda razón. De hecho, fue y ha sido mi mayor obstáculo.
¿La plata, cómo haces?
No me he ganado la lotería y no recibo dinero de nadie. Todo ha sido por mi cuenta. Durante años trabajaba, ahorraba y viajaba. Así continué hasta que me aburrí de ese ciclo. Aprendí a trabajar por Internet y hoy en día, aunque no gano lo necesario para comprar una casa o un auto, me sirve para viajar.
¿Lo más difícil de vivir viajando?
Lo más difícil ha sido explicarle a mis amigos y familiares que esto no es un paseo o un viaje largo.
Que esto es un estilo de vida que adopté por decisión propia, luchando contra viento y marea. No es, ni ha sido fácil. Hoy en día, me siguen preguntando cuándo voy a dejar de “pasear”.
Después de tomar la decisión. Empecé a buscar diferentes trabajos en Europa. Ahorraba todo lo que ganaba y al terminar la temporada de verano, tomé mi mochila empecé a viajar por el viejo continente y terminé llegando a Turquía.
Desde ahí, subí por tierra hasta Finlandia viajando a dedo hasta el Círculo Polar Ártico en pleno invierno. Deseaba cumplir mi sueño de ver las auroras boreales. Ha sido el momento más emotivo de mi vida.
Nunca he sido de las que planea todo y cada uno de los detalles antes de salir a la ruta. Estudié Administración Hotelera y Turística pero irónicamente no me gusta acudir a las agencias de viajes. Busco toda la información valiéndome de guías y blogs de viajes, hago mi presupuesto y armo mi itinerario
¿Y los visados?
Lo más engorroso al momento de organizar el viaje, fueron las visas. En ese entonces los colombianos no teníamos libre acceso al espacio Schengen, por lo tanto, me presenté como AuPair para trabajar como niñera y que me extendieran la visa otro año más.
¿La empacada?
Uso mochila por comodidad. La primera vez que viajé la llevé con 18 kilos. ¡Fue una locura! Terminé utilizando las mismas camisas y pantalones de siempre, así que regalé la mitad de todas mis cosas.
Deshacerme de lo material no fue fácil, pero me quité un gran peso de encima. El secreto para viajar cómodo, es viajar liviano. Hoy en día diez kilos ya es mucho para mí.
¿Tienes seguro de viajes?
Antes de partir me aseguré de tener un seguro de viajes contra enfermedades, robo y accidentes. Escogí uno muy competente en el mercado mochilero, hoy en día sigo con ellos. Bueno, bonito y barato. Lo utilicé en varios países y la verdad no tengo planes de cambiarlo.
¿Y cómo adaptarse a una vida viajera?
Lo más difícil de adaptarme a la vida viajera han sido las despedidas. Conocer personas que marcan una brecha en tu vida y al poco tiempo saber que tienes que decir adiós. Me distancio un poco de las personas y he llegado a sospechar que es mi método de defensa ante tantas despedidas.
¿Y la ruta?
Finalmente, después de todos los preparativos, las ganas y el dinero ahorrado, me fui. Empecé por Francia, luego el resto de Europa. Podría decir que mi primer destino oficial fue Turquía. Lo escogí porque el cambio de moneda (de Euro a Liras Turcas) me permitiría estar más tiempo en el país. Tenía miedo y muchos prejuicios: ser mujer y viajar sola a un país musulmán.
Al llegar, pasó lo que menos esperaba. Encontré gente amable y hospitalaria, una comida exquisita y hasta sabores muy parecidos a los de Colombia. Me enamoré del sonido de las mezquitas al momento de la oración y de la hospitalidad de su gente. Fue un lugar en el que me sentí muy segura.
Allí conocí a Dur y Luis (dos de los autores de este blog), los primeros colombianos que veía después de mucho tiempo. Aunque, para ser sincera, no me gusta mucho encontrarme con colombianos cuando estoy viajando. Las conversaciones se cierran a lo mismo y prefiero conocer culturas ajenas a la mía. Con ellos fue distinto. Entendían mi sueño, llevaban muchos años en la ruta y me hicieron entender que este estilo de vida es posible pero se necesita mucha dedicación y perseverancia.
Se sintió bien estar como en casa, al menos unos cuantos días.
Después de esto, tuve que volver a Colombia por temas de visado. Me sentí triste y frustrada. Para mí, volver a Colombia era como cortarme las alas.
Meses después de estar acá, empiezo a hacer viajes cortos por el país y me doy cuenta que antes de recorrer Sudamérica de punta a punta, voy a empezar por mi propio país.
Salí de mi país en Enero del 2014, tomé la decisión de vivir viajando en Enero del 2015. Regresé a Colombia en el 2016 y el 30 de Agosto del mismo año, empecé esta segunda aventura. Me fui de casa sin tiquete de regreso, voy a recorrer el mundo por tierra y agua empezando por Sudamérica.
Decidí entregarme por completo a la hospitalidad del continente. Hasta Ahora nada mal. He sido acogida por familias en varias regiones y me han invitado a resguardos indígenas. Acá no se escatima en hospitalidad.
¿Será igual en el resto del continente?
Ahora tengo varios proyectos y entre esos se encuentra hacer un documental en Bolivia, justamente para retratar la hospitalidad y el lado más humano de quienes brindan ayuda sin esperar nada a cambio.
Para conocer y mantenerse al tanto de los pasos de Lina, no dejen de visitar PATONEANDO.COM la próxima semana más detalles acerca de su ruta